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Friday, December 11, 2009

Leonardo Vinicio Venegas comparte con Leonardo Da Vinci mucho más que el nombre. Historia de una pasión que arde en Cali.

La primera vez que estuvo frente a esa mujer que aún lo ruboriza, se interponían entre ambos 82 japoneses con cámaras y codos muy fuertes.

Lograr intimidad con ella, dice Leonardo, el otro, el del Siglo XX, no es fácil. No por el vidrio a prueba de balas, ni por el cordón que la separa 15 metros de los mortales en el Museo de Louvre, en París; es que la sola fama de La Mona Lisa impide que quien la tiene en frente la mire sin soberbia. Sólo si se tiene sencillez espiritual, tranquilidad anímica, se le puede apreciar de verdad, piensa Leonardo. No el artista italiano, sino el matemático bogotano.

Sí, Leonardo Vinicio Venegas, profesor de matemáticas de la Universidad de los Andes, admite que esa comodidad de la sonrisa de la futura esposa de Francesco del Giocondo, le generó inquietud desde la primera vez. Si bien otros rostros le son más bellos, el de esa mujer, a la que pareciera no intimidarle nada, le interesó más.

A Leonardo Da Vinci, su tocayo, lo conoció en París, cuando siendo un estudiante pobre y en vez de darse el lujo de sus compañeros de matar el tiempo libre en restaurantes, prefería buscar libros de segunda. Y encontró a Da Vinci en uno de gran formato, de 70 x 50 centímetros, sólo de láminas, sin escritos, excepto por la introducción de André Chastel, gran estudioso del artista, y por la sobria catalogación de todas sus obras que al final, de un modo sobrio, detallaba por cuáles museos y manos pasaron. Mientras deslizaba páginas, soñaba: “¿Alguna vez daré un curso sobre Da Vinci?”.

Pasados los años, no sólo ha dado un curso, sino cientos. Actualmente, Leonardo Vinicio Venegas es el mayor conocedor de la obra de Da Vinci que hay en Colombia.

Hace un par de años, habiendo abandonado Bogotá y la Universidad de los Andes para dedicarse a cosas de la vida contemplativa y a escribir literatura; viviendo cerca a Villa de Leyva, en una casa de barro, entre rocas y mariposas, le llegó la invitación que lo uniría más a Leonardo Da Vinci, de parte de los organizadores de una exposición que sobre la obra del artista se haría en Bogotá -la misma que hoy tenemos en Cali-.

En 40 segundos que lo oyeron hablar, se miraron entre ellos y le ofrecieron ser ‘Vocero cultural’. Dijo que sí, porque le parecía bonito como sonaba, sin saber bien qué era eso.

Le ofrecieron dar conferencias, ayudar a formar guías. Se vio metido en un paquete más grande, de empresas que contrataban la exposición sólo para sus invitados. Y él era quien los guiaba.

También escribió ‘Leonardo Da Vinci: Claro y Oscuro’, elegido como uno de los 50 mejores libros publicados en Colombia. Su compromiso fue ser capaz de captar el alma del personaje, tomarlo desde las primeras líneas y no soltarlo nunca.

Tuvo que escribir el libro en tres meses. Todo lo que se había metido a su cabeza tenía que caber en 100 páginas. Cuando llevaba 50, Da Vinci no tenía sino 10 años y no había hecho ninguna de las cosas maravillosas por las que se le conoce. Pero a los ojos del otro Leonardo, saltaban las líneas de decenas de manuscritos, el pensamiento en borrador de Da Vinci, cuadernitos de bolsillo que su pupila capturó de la Biblioteca Nacional de París.

“Es una cosita que cabe en la mano. Sin embargo, ahí está el preciosismo de sus dibujos, muchos de los cuales debía hacer a toda velocidad porque eran clandestinos -hacía sus estudios sobre cadáveres tibios, por lo que lo acusaron de nigromancia-, ahí están las anotaciones de estudio con una caligrafía que iba de derecha a izquierda, porque era zurdo y porque era libre”.

En eso tienen conexión. El mismo, siendo matemático, se metió en cosas que no había estudiado de manera formal, como medicina e italiano.

La muestra ‘Da Vinci, el genio’ puede visitarse en el Museo La Tertulia hasta el próximo 3 de enero. Incluye un estudio de La Mona Lisa y réplicas de las máquinas de Da Vinci.

Propuso un curso sobre Leonardo Da Vinci sin tener conocimiento previo, y cuando le contó a su madre que lo dictaría, se dio cuenta del vínculo que lo ligaba a él. “Llevo toda la vida esperando que des ese curso”. Esa respuesta le hizo entender que, en el corazón de su madre, su nombre no era gratuito.

Sólo hasta entonces supo que su segundo nombre, Vinicio, también fue un acto de profunda admiración de su madre y su hermana mayor hacia Da Vinci. Les agradeció no habérselo contado antes, “me habría inhibido”.

Aún sabiendo de las nobles intenciones de su madre, nunca intentó un cuadro, no con sus manos. Más que un intento, sería un atentado: “Puedo ser el peor dibujante de los últimos 55 años”, suelta con franqueza. Admite que se ha sentido siempre limitado por sus manos y ha buscado a través de otros medios sentir el gusto de estar frente a las obras de arte.

Dice que, como él, todos tenemos más de Leonardo Da Vinci de lo que creemos. “Cada vez que sintamos que pensamos de un modo autónomo y que podemos jugar con el Universo, Leonardo estará más cerca de nuestras cualidades sencillas y no será el sabio erudito, subido en un pedestal”.

En pocas palabras

"No es traer estas cosas a cómo las vemos hoy, para juzgarlas, según nuestro criterio, es hacer que nuestro espíritu vaya a ellas”.

"Leonardo (Da Vinci) nunca negoció su libertad espiritual por el proceso de descubrir y pensar por su propia cuenta”. Leonardo Venegas, matemático y vocero cultural de la muestra de Da Vinci.

Da Vinci según Vinicio: su inquietud

# “Leonardo todos los días se despertó para aprender de la vida, de la naturaleza. No publicó una obra. La mayoría de sus descubrimientos quedaron dormidos en sus cuadernos. Eso no le impidió tener el mismo empuje y honestidad para hacer las cosas y llegar a fondo”.

# “Nunca negoció su libertad espiritual por el proceso de descubrir y pensar por su cuenta. Cuando lo denunciaron ante el Papa por nigromancia, por estudiar cadáveres, y éste le llamó la atención, se fue a Roma dejando el sueño de ser director de obras de arquitectura e ingeniería del Vaticano. Tampoco entregó los cañones con bombardas a Ludovico Sforza, al ver que se emplearían para atacar, no para defenderse”.

Leonardo Vanegas

Profesión: Leonardo Venegas es un matemático sui generis, interesado en la relación entre las matemáticas y el arte.

Cursos: Además de los que ha dictado sobre Leonardo Da Vinci, orientó uno sobre ‘El juego de la mente: entre el sueño y la lógica’, en donde analizó, entre otras cosas, la obra de Lewis Carrol, autor de ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Como profesor tiene un lema: “Para entrar a mis clases no se requiere mayor requisito que el interés por aprender”.


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